BIENVENIDA AL CICLO AGOSTO-DICIEMBRE 2010

A manera de bienvenida les dejo estas imágenes de un fotógrafo que se llama Mladen Penev, el cual crea conceptos sobre diferentes temáticas. En esta ocasión les presento el proyecto titulado: "The Power of Books", ("El poder de los libros" en español).


En este curso vamos a tratar de descrubrir ese poder no sólo en la palabra hablada, sino la escrita también.



También les comento, que en el mismo lugar donde está este enlace viene otra opción que se llama "Pasos Vagabundos"; ahí les publicaré invitaciones, artículos y demás cosas que podrían ser de interés para ustedes.

Les presento aquí un artículo que escribí y que se publicó en algunos portales. Dejen su opinión en el área de comentarios de esta entrada para que se vayan familiarizando con este espacio.

La Efímera Costumbre de No Escribir en Papel

Por: L. Sarai

Con diestra mano sujeta la pluma fuente y la enjuga en un mar de tinta. Choca el papel con ella y las siluetas amorfas se baten en él. Hacen historia…

Cuántas veces nos hemos deleitado con libros, textos de toda índole, cartas de amor, garabatos sin sentido que se agrupan ante nuestros ojos.

La magia de escribir en papel y traspasar el tiempo hasta llegar siglos adelante a las manos de alguien, ese alguien que somos nosotros y que seremos nuestros futuros.

Es ahora con las nuevas tecnologías que hemos dejado de escribir para ahora ‘ teclear' . Ya no mandamos una carta de amor sino un mail cadena. Ya no escribimos nuestras historias en un cuaderno, vaya, ni siquiera en una servilleta, ahora la anotamos en el ‘ procesador de textos' .

Es el presente el que pone en una delgada tela la permanencia de nuestras letras pues ahora todo lo tenemos almacenado en un disco duro fácilmente corrompible. Pareciera extraordinario pero desde la proliferación de los sistemas electrónicos de almacenamiento se han reportado mayor número de pérdidas de datos guardados en alguna unidad de memoria que aquellos que estaban en papel, pues ya pareciera que no los accidentes ni los incendios han corroído tanto como los virus informáticos que todo lo borran o los famosos errores en los sectores de memoria (sin mencionar descargas eléctricas, maltrato físico, caídas de los aparatos, etc.).

¿Es nostalgia o simple deseo retrógrado el que inunda la necesidad de regresar a escribir en vez de teclear?

Tomemos como base aquellos documentos antiguos, los cuales, en si mismos poseen un valor intrínseco (ya sea por su antigüedad o por la información que contienen). Estos documentos poseen la cualidad (cualitativa y cuantitativa) de perdurar, aunque no están exentos de perderse en los anales del tiempo y de la circunstancia (basta recordar el incendio de la biblioteca de Alejandría).

En este punto podríamos pensar en la igualdad de circunstancias. Peligro para ambas partes pues sólo cambian los modos, no así los resultados.

¿Qué pone entonces en peligro la durabilidad de los datos digitalizados?

Es una realidad que la competencia por la innovación tecnológica desata una reproducción de aparatos y formas nuevas, ‘bonitas' y cada vez más avanzadas de almacenar información. Un formato desplazando a otro continuamente. ¿Cuántos de nosotros dejamos de ver hace mucho tiempo un audiocassette en venta?, quien haya comprado una computadora recientemente notará que ya no tiene cavidad para insertar su disco de 3 ½, ahora sólo acepta Cd (aunque recientemente se anunció que estamos a un paso de que éste desaparezca también).

Si numeráramos las posibilidades que tenemos para almacenar todo tipo de información nos encontraríamos con memorias como la SD , Memori Stick, MiniSD, ‘flash', mini disk, Pc Card, unidades Zip, el agonizante diskette y una variedad tremenda de dispositivos, los cuales, al evolucionar quedan en desuso y aumenta la posibilidad de la falta de compatibilidad de lectura, propiciando con esto, la falta de durabilidad a través del tiempo de archivos.

Para ilustrarlo anterior, imaginémonos ahora frente a un estante lleno de libros y documentos, tomamos alguno y nos encontramos con las primeras publicaciones de Julio Verne. Ahora entrometámonos en las cosas de la abuela y busquemos en sus cajones aquellas notas que hizo años atrás. El papel es un formato único que nos permite acceder a la información cuando nosotros queramos, sin problema a no tener el medio para ‘leerlo' (aquí tal vez la única frontera que encontremos podría ser la del idioma en que esté escrito, no obstante, el texto no queda irreconocible).

¿Qué haremos con la vieja grabación Betta que tenemos en casa y no hayamos dónde reproducirla, qué pasará cuando el USB quede descartado y no hayamos podido respaldar más nuestra valiosa información?. Ya ni hablar de los programas de procesamiento de texto que a cada momento evolucionan y uno ya no reconoce la lectura del otro.

Es derecho reconocer que la digitalización de datos nos facilita el acceso a los mismos en el presente pues no todos podemos viajar al otro lado del continente a consultar textos físicamente o el recelo por la conservación de los mismos los pone en un lugar casi inaccesible (para evitar contingencias ambientales sobre ellos).

En conclusión, no se trata de la satanización de los medios digitales sino un reconocimiento de que el espacio físico que ocupa un libro, una revista, un periódico o un pergamino es sumamente valioso, aunque sin descartar lo digital como una herramienta que nos permite tener acceso al intercambio inmediato y amplio del conocimiento.

Es necesario que se establezca por lo menos un soporte digital universal que nos asegure la permanencia de nuestros datos a través del tiempo. Uno al que tengamos acceso (sin ánimos de frenar la ‘innovación tecnológica') a pesar del paso del tiempo. Así como el papel, el cual puede variar en tamaño, textura o color, pero que no necesitamos un programa especial para leerlo o ‘descomprimirlo'.

Es por esto que debemos tomar lo digital como un respaldo valioso pero debemos suprimir también la efímera costumbre de no escribir en papel.